Él la completaría y la cumpliría.

El Sol es una especie de dios, adorado por todos los seres del mundo. Es valiente y poderoso, iluminando todas las cosas del mundo con su luz. Su energía otorga el ciclo de la vida a la hierba y los árboles, cantando el himno más hermoso en el flujo ordinario del tiempo. La mirada del sol es delicada y fría, como una piedra. Sus rasgos son fuertes, bien definidos y masculinos, pero en el fondo hay una ternura que nadie puede ver excepto la luna.

La luna es todo lo contrario, ya que se la ve como una oscuridad. Cuando aparece la luna, el mundo cae en un sueño profundo. Las personas se acurrucan en sus hogares, levantan sus copas cantando y construyen su propio pequeño mundo mientras la luna es variante. Ella está sola, fría y anhela ser vista, con un soplo de aire fresco en el cielo de medianoche. Sus necesidades, sus amores y sus anhelos deben ser escuchados.

¿Podría ser que siempre nos atraiga exactamente lo opuesto a nosotros mismos?

El sol tiene un secreto: adora a la luna. Son las almas opuestas, el sol y la luna. Son amantes que rara vez se encuentran y siempre se añoran.

Sin embargo, ambos esperan pacientemente los raros días en que puedan vivir juntos en paz. Este amor brilla tan intensamente en la oscuridad de la medianoche que ni siquiera las estrellas pueden compararse con su luz. Un amor entre dos almas, unidas por la estructura del universo.

El verdadero amor existe por el sacrificio de nuestros seres queridos, incluso si somos un mundo aparte. El sol llega a saber qué hacer a continuación, para proteger los frágiles capullos de su amor. Sacrifica su luz para brillar en la luna todas las noches para que ella pueda ver su belleza. Él renuncia a algo por lo que es admirado, solo para dejarla brillar. Ella lucha por capturar su luz del sol y su amor no tiene comparación con ningún otro par.

En ese momento, la luna y el sol comparten el cielo. Cada chispa regresa a la oscuridad, y cada amor regresa a la eternidad.